sábado, 28 de enero de 2023

Isabel Guerra

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Isabel Guerra nació en Madrid en 1947 y vive en Zaragoza desde los 23 años. De familia acomodada y culta, fue hija única. Empezó a pintar a los doce años, de forma autodidacta, y expuso por primera vez a los quince en la sala Toisón de Madrid. Pasó largas horas estudiando a los grandes maestros en el Museo del Prado, frecuentando exposiciones y leyendo libros de arte. Ingresó a los 23 años, el 12 de noviembre de 1970, en el convento cisterciense del Monasterio de Santa Lucía en Zaragoza

Es una monja cisterciense del Monasterio de Santa Lucía en Zaragoza, habiendo sido nombrada miembro de dos Reales Academias de Bellas Artes: Académica de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis y Académica Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Comenzó a pintar a los 12 años emborronando cuartillas hasta que la regalaron una caja de óleos, y a partir de ese momento comenzó su carrera como pintora.

Esta monja, que según explica, fue pintora antes que monja, se ha convertido en un referente de la pintura española. Los juegos de luces y el realismo llevado hasta el extremo, son los dos aspectos más característicos de sus pinturas, que invitan a la meditación, al silencio y a la búsqueda de la luz interior.

En sus pinturas, de técnica velazqueña y perfecto hiperrealismo, aparece una lírica cercana a la teología mística cristiana. Cultiva ante todo el retrato y el bodegón y describe sobre todo momentos cotidianos en el trabajo de mujeres humildes o campesinas, su sueño o el de niñas, dándose una especial importancia a la luz. Así se cumple en su obra el lema benedictino de ora et labora, “reza y trabaja”. Sus títulos evocan pasajes bíblicos; también cultiva el tema más estrictamente religioso de la historia sagrada.

Su pintura, muy cotizada, ha sido vista en más de veinte exposiciones individuales y otras tantas colectivas desde 1960. La representa la galería Sokoa de Madrid. En el año 2000 una retrospectiva suya en La Lonja de Zaragoza de 78 óleos y dibujos, una parte mínima de su abundante producción, fue visitada por más de 120.000 personas. Escribió y publicó El libro de la paz interior. Pinturas y mensajes (Barcelona: Syria, 2005), que ha sido reimpreso diez veces, en donde comenta 48 de sus cuadros.


Entre sus obras destaca el retrato de la Beata Petra de San José, que se encuentra en el Oratorio donde murió la Beata en el Real Santuario de San José de la Montaña en Barcelona.​ Esta imagen es la más conocida y utilizada de la Madre Petra.

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“Vengo a dar testimonio de lo que soy”, dice esta religiosa que lleva la pintura en las venas. A pesar de que para ella es su gran pasión, reconoce que, detrás de cada cuadro, hay «mucho dolor y sufrimiento. Cuando terminas de pintar, tú sabes hasta dónde no has podido llegar». Sin embargo, la trayectoria de esta monja está marcada por el éxito.

Isabel Guerra elige jóvenes, porque ellas son capaces de transmitir su «mensaje de paz y de esperanza». La imagen de la juventud está marcada por «la limpieza y, sobre todo, por la esperanza en el futuro». En cuanto a la luz que caracteriza la pintura de esta religiosa, «nos ayuda a descubrir nuestras propias luces interiores, que a veces no vemos».

Sus cuadros rebosan de paz y la serenidad. Y es eso también lo que busca esta artista, dar un minuto de sosiego al que contempla su obra. «El tiempo redunda en que tengamos paz, y es imprescindible para encontrarse con uno mismo y con Ese que habita en su interior», dice Isabel. Es La fuerza del Silencio.


Obras de Isabel Guerra

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