viernes, 24 de septiembre de 2021

Diego Velázquez

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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, bautizado el 6 de junio de 1599Madrid6 de agosto de 1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco español considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal. Pasó sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores.


velazquez_auto_1645A los 24 años se trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a pintor de cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros destinados a decorar las mansiones reales. Su presencia en la corte le permitió estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad, con pinceladas rápidas y sueltas. En su madurez, a partir de 1631, pintó de esta forma grandes obras como La rendición de Breda. En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado, alcanzando un dominio extraordinario de la luz. Este período se inauguró con el Retrato del papa Inocencio X, pintado en su segundo viaje a Italia, y a él pertenecen sus dos últimas obras maestras: Las meninas y Las hilanderas.



Su catálogo consta de unas 120 o 130 obras. El reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850.​ Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920, coincidiendo con la época de los pintores impresionistas franceses, para los que fue un referente. Manet se sintió maravillado con su obra y le calificó como «pintor de pintores» y «el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del Prado en Madrid.


Valiéronle las Meninas, según fama, la última y mas alta distinción que recibió en su vida, la cruz de Santiago. Admirado el rey del efecto de aquel lienzo, dicen que cogió el pincel y la paleta, y lleno de entusiasmo, juntó aquella cruz en el pecho de la figura del artista que es una de las principales del cuadro. Si asi fue, no cabe por lo menos duda en que tanta magnanimidad no bastó para que Velázquez fuese, nombrado caballero. Tuvo que acreditar antes su nobleza; y por no ser suficientes las pruebas y documentos que adujo, impetrar de Alejandro VII una bula que no llegó á Madrid sino tres años después de concluidas las Meninas, cuando estaba ya muy entrado el de 1659. Celebróse el acto de su admisión en la Orden el de 29 de noviembre, en que le fue padrino el marqués de Malpica y le confirió las insignias el conde de Niebla.

Cuatro meses después tuvo que trasladarse nuestro artista á la frontera de Francia. Acababa de ajustarse la paz de los Pirineos, tan fatal para España; y se esperaba en la isla de los Faisanes á Luis XIV, que había de venir por la mano de la infanta María Teresa. Velázquez fue el encargado de dirigir en la isla la construcción del edificio donde debían verse y alojarse las dos familias reales. Cumplió su cometido, y figuró en aquellas suntuosas fiestas como uno de los caballeros mas notables de la corte de Castilla. Lozano aun, de cara agraciada y espresiva, de porte hidalgo, llamó la atención no menos por su figura que por la reputación de que gozaba. Vestía sobre una casaca ricamente bordada, una capa corta sobre que se destacaba una preciosa gorguera. Llevaba en la capa la cruz de Santiago, al cuello las insignias de la Orden que pendían de una cadena de oro y diamantes, en el cinto una espada con la empuñadura de plata y la vaina cincelada. Calzón y calceta de seda negra y unos lujosos zapatos completaban su trage.

Fueron aquellas jornadas verdaderos días de gloria para Velázquez; lo fueron todas las de su tránsito por las ciudades de Castilla que fue recorriendo lentamente con Felipe IV.

Llego á Madrid y murió. El 6 de agosto del mismo año 1660 era ya cadáver. Estuvo dos dias de cuerpo presente. Fue objeto de funerales espléndidos en la parroquia de San Juan, que ya no existe. Halló su tumba en la capilla de los Fuensalidas.

Hoy, causa rubor decirlo, se ignora donde descansan sus cenizas.

El grabado que trasladamos aquí está tomado de uno de sus mejores retratos, el de un enano de la corte de Felipe que se halla en el Real Museo de pinturas.


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Obras de Diego Velázquez









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