miércoles, 22 de septiembre de 2021

Miguel Blay

GRNDE

Miguel Blay y Fábrega (Olot, octubre de 1866 — Madrid, 22 de enero de 1936) fue un escultor españolNació en octubre de 1866 en la ciudad gerundense de Olot, hizo su aprendizaje en la Escuela de Dibujo y Pintura de Olot, dirigida por Josep Berga i Boix y Joaquín Vayreda

Más tarde en Italia y Francia recibe una sólida formación artística, y en París acude al taller del escultor Henri Chapu.

Recibió en 1892 la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid por la escultura Los primeros fríos obra que con su lenguaje modernista influyó en toda una generación de escultores catalanes. Esta obra fue premiada también con una medalla de oro en Barcelona en 1894. En esa ciudad se encuentra la versión en bronce y en el Jardín Botánico Carlos Thays, en Buenos Aires, la versión en mármol, adquirida en 1906 por Eduardo Schiaffino.

En 1900 es primera medalla en la Exposición Universal de París, le conceden el título de caballero de la Legión de Honor en 1901, permanece en la capital francesa hasta 1906, fecha en que se instala en Madrid, siendo ya un artista reconocido. Fue un gran maestro de escultores, tuvo en su taller entre otros al tarraconense Julio Antonio (1889-1919).

Introduce en su escultura con un naturalismo extremo, todos los elementos del modernismo. Colaboró con el arquitecto Lluís Domènech i Montaner con una escultura La canción popular, colocada en un ángulo de la fachada del Palacio de la Música Catalana en Barcelona, obra ya totalmente modernista.

En 1909 fue nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y profesor de modelado en la Escuela de San Fernando, cargo que ocupó hasta el año 1925 en que recibe el nombramiento de director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma.

 Fallecido el 22 de enero de 1936,​ fue enterrado en la Sacramental de San Lorenzo de Madrid.


Obras de Miguel Blay


Fuente de la Plaza de España (Barcelona)

Cuando se inauguró la Exposición Internacional de Barcelona la primavera de 1929, la fuente monumental que tenía que presidir la entrada al recinto no estaba todavía acabada. Las obras habían comenzado justo en enero del mismo año. Concebida por el arquitecto Josep Maria Jujol, un de los principales colaboradores de Gaudí, la fuente es una gran alegoría que rinde homenaje al agua. Ésta toma protagonismo en los diferentes conjuntos escultóricos que la decoran en un clásico estilo novecentista.

Para la ejecución de las esculturas, Jujol contó con la ayuda de artistas de renombre. Miquel Blay fue el encargado de hacer las esculturas principales que representan los tres mares de la península ibérica y los principales ríos que la riegan: el Ebro, el Tajo y el Guadalquivir. Los hermanos Osté diseñaron las figuras de las esquinas. Son la Abundancia, la Salud y la Navegación. Y el trabajo del pebetero superior fue obra de Frederic Llobet. El uso de materiales nobles como el mármol, el hierro forjado y el bronce, así como la considerable altura del monumento, de 33 metros, forman un conjunto realmente impactante. La llama que crepita en lo alto del pebetero de la fuente culmina la majestuosidad de esta gran obra.


Los ríos del Mediterráneo están representados por el Ebro, personificado en un joven desnudo, ataviado únicamente por un pañuelo aragonés en la cabeza. A su lado se hallan dos niños que representan sus afluentes, y que sostienen unas vasijas que vierten el agua a la fuente. Al fondo se aprecia la figura de una mujer, como símbolo de la Tierra, que recoge el agua en un cesto que hace fructificar el cuerno de la abundancia que sostiene el personaje principal. En el nicho figuran las inscripciones Tarrac y Caesar, que aluden al pasado romano de esta región, conocida en época clásica como Tarraconensis


La vertiente atlántica está simbolizada por el Tajo y el Guadalquivir, representados por dos figuras masculinas: el primero es un hombre maduro con barba, que está sentado sobre una piedra y sostiene una gran jarra en el brazo derecho; el segundo es más joven, y se halla de pie, con una gran concha con la que recoge el agua que le vierte desde arriba un niño que personifica un afluente del Guadalquivir, el Guadalimar. A su vez, otro niño se encuentra de rodillas bajo la gran concha, mirando hacia el otro personaje, por lo que sin duda simboliza el Guadiana, río situado entre los dos. 


Los ríos del Cantábrico están plasmados en una serie de figuras de niños y adolescentes: en la parte superior, un niño que prefigura el Nervión vierte agua sobre una gran concha que sostiene un adolescente situado en la parte izquierda del nicho, que cabría interpretar como la gran ría de Bilbao, donde desemboca el Nervión; a la derecha de la hornacina, una muchacha y dos niños sujetan varias jarras sobre sus hombros, en alusión a la fuente que nutre los ríos Nalón y Narcea; por último, en la parte inferior una mujer recoge todas estas aguas que fluyen a ella, simbolizando el mar septentrional de la península. 

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